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Departamento de Filosofía - Instituto Nacional

Marco conceptual para formulación del Programa de la Asignatura

Se propone un contexto donde se colocan los aportes de los Profesores del Departamento

1.- Fundamentación.

El fin del paradigma moderno (concepción mecánico-positivista de la realidad), al arrastar consigo la caducidad de las ideologías ha permitido una visión más directa, ‘desencantada’,  de la ‘naturaleza’ humana. Esto constituye  una oportunidad acaso inédita en la historia humana de intervenir, por un imperativo moral y con libertad, directamente en la ‘configuración’ de esta humana  naturaleza. En el nuevo milenio el hombre puede acaso construir una sociedad que realice un sentido superior para su existencia.

En este contexto, la Filosofía como asignatura debe ser un lugar de lucidez y reflexión acerca de las cuestiones que han aparecido en este punto crucial de la evolución humana en el planeta. Si bien es cierto que esta función es la misma  que la filosofía cumplía al aparecer en la cultura de Occidente, no es menos cierto que la apertura de la filosofía a los datos de la ciencia moderna le permite aceptar una eventual autodisolución, junto con estas ciencias modernas, dándole paso a un nuevo modelo cognoscitivo. Rasgos de este nuevo modelo, como es sabido, serían la complejidad, la multidimensionalidad, la globalidad.

Postulamos que la filosofía como asignatura debe, asimismo, ejercitar una actitud de aproximación y distanciamiento respecto del ‘objeto’, generando una identidad propia pero dispuesta a disolverla cuando obstaculice el cambio. Por ejemplo: la teoría general de sistemas es el intento contemporáneo de conceptualizar las fuerzas liberadas tras el fin de la modernidad. Mas existe el riesgo de que sean ‘recuperadas’ por el antiguo mecanicismo, a través de la cibernética o, peor, de la  bio-cibernética y la inteligencia artificial, que es uno de los vectores de la teoría de sistemas. Así como la alquimia miró el fondo del alma humana, anticipándose a Freud, y fue derrotada por el mecanicismo, así el holismo estaría siendo derrotado por el ‘holismo cibernético’, es decir, otra vez por el mecanicismo. Todo esto, para mayor gloria del capitalismo.

Esta eventualidad obliga a revisar los flancos en que el hombre es más vulnerable, y para acometer esta función creemos que la filosofía tiene aun vigencia. La teoría de sistemas es un instrumento poderoso, pero es menester un examen más profundo de él.

2.- Revisamos a continuación aspectos de lo humano que deben ser atendidos por la filosofía como asignatura. Estos aspectos o bien son inherentes a lo humano o son supuestos metafísicos  del nuevo paradigma que se está configurando en la post-modernidad. Sea como fuere, la vida cotidiana sucede en este ámbito.

Estos aspectos básicos son la identidad humana, la ética, la política, el conocimiento, la sociedad.

La dificultad lógica para la revisión de estos aspectos es triple, por lo menos:

- La imposibilidad de señalar una línea limítrofe entre estos aspectos, puesto que en virtud de los nuevos supuestos epistemológicos ad usum (el paradigma complejo) dichos aspectos son manifestación de un trasfondo, y este trasfondo escapa a los límites de la ontología cartesiana y al cálculo positivista.

- Además la identidad de tales aspectos parece no existir fuera de una red de interacciones; por ejemplo, el sujeto y el objeto no pueden ya ser pensados como entes autónomos entre sí  ni como entes prexistentes a la interacción que los genera. La pérdida de la objetividad  es un tema difícil de esclarecer a una mente adolescente.

- La estructura circular de esta red, además, obliga a la filosofía a reflexionar con objetos de naturaleza paradojal. Por ejemplo, la red en que los componentes son generados es generada por dichos componentes. De nuevo, la asignatura enfrenta el problema de catalizar tensiones emocionales que muy probablemente generaría en el adolescente una ontología paradojal como fundamento de lo humano.

Sin embargo, como asignatura la filosofía debe ofrecer al alumno una lógica paradojal que tenga validez como instrumento de reflexión. Después de Nietzsche, después de Gödel y Wittgenstein, después de la ontología del lenguaje,  la petición de principio sigue constituyendo una argumentación falaz, pero al parecer el  Dasein  no es sino el imperativo ético de construir sentido donde no lo hay. 

Por otra parte, debe generar un criterio para no extrapolar desde las ciencias particulares conceptos que dejan de tener significado cuando son universalizados. El affaire Sokal ahorra más palabras.

Además, debe la asignatura asumir estas cuestiones en el concierto de un curriculum en que las ciencias siguen operando dentro del mecanicismo cartesio-newtoniano, que para el alumno es la verdad misma. Así, evitar el descrédito de la asignatura obliga a hacer delimitaciones claras y distintas y a un uso preciso del lenguaje. 

Hechas estas prevenciones intentamos una mención de esos aspectos básicos.

Desde el punto de vista de la historia, la división esquizoide de la personalidad es simultánea con la aparición de la Modernidad, y el privilegio concedido a su componente abstracto –la conciencia, o ego --, en desmedro de la corporalidad. Desde un punto de vista antropológico, acaso este escisión dualista es inherente a lo humano. Pero ha habido en la historia soluciones tanto psíquicas como políticas que administraron la relación entre dichos componentes de modo tal que generaron una forma de vida ‘superior’ a la que ha caracterizado a la sociedad occidental.  Por ejemplo, en las sociedades precolombinas, la necesidad de trascendencia nunca generó personalidades adictivas. Las patologías  del ego han empobrecido la calidad de la existencia humana, al aumentar el sufrimiento. No postulamos que el sufrimento per se sea patológico sino que lo es aquel sufrimiento carente de sentido. Ahora bien, la asignatura debe ofrecer claridad ante la posibilidad del sentido autogenerado.

Respecto de esto último, la historia como disciplina ha logrado introducir la noción de post.modernidad. Una idea que le pertenece es aquella de la disolución del sujeto, el que habría sido modelado como ego por la cultura moderna. Tal disolución consistiría en la pérdida de la autonomía y de la capacidad de autogenerar sentido. Dicho de otro modo, parece caduca la tensión entre un ‘interior’ y un ‘exterior’  que explica la dinámica de gran parte de la historia humana. Esta característica general del sujeto contemporáneo, la conversión del sujeto en pura exterioridad, es coincidente con los males que lo aquejan, según la denuncia reiterada de la filosofía y de las disciplinas que expresamente se ocupan de lo humano. Según tales denuncias lo existente humano no coincide con su esencia.

Si hemos de creer a la historiografía francesa, la historia de las herejías en Occidente es justamente la historia de la rebelión contra la vida inauténtica. Y lo que pretendieron fue salvar al hombre a través del camino difícil del retorno a la proscrita corporalidad. Se sabe cuál ha sido el fin de las herejías. Sin embargo, la asignatura debe asumir el hecho de que el adolescente vive su corporalidad con mayor inmediatez que los adultos, sin un propósito transcendente. Debe arrojar luz acerca de cómo el mercado ha ‘recuperado’ esta somatización. Pero debe también ofrecer al alumno una conexión entre este retorno hedonista a la corporalidad y el nuevo paradigma que se está configurando, según el cual el sentido no está arriba y más allá sino que a los lados. 

La filosofía del lenguaje ha avanzado en la posibilidad de liberar al hombre de fuerzas naturales o externas, y permite pensar en la potencialidad del lenguaje como generador de realidad humana. La psicología ha desarrollado posteriormente procedimientos terapéuticos para generar cambios deseables en los individuos, sobre la base de los juicios  que los sujetos sustentan. Esto obliga a la revisión del aspecto ético de este proceso.

En efecto, la política malamente entendida como relaciones de poder, se ha apropiado de esta capacidad generativa y en los hechos es responsable de la determinación de lo que es verdadero, a través de ideologías, causando así el empobrecimiento del sentido de la vida humana (no necesariamente por su contenido como por la violencia del procedimiento que entroniza un concepto de verdad).  De paso este hecho refuerza la sospecha del compromiso entre conocimiento y poder,  cuya solución perversa ha sido la subordinación del conocimiento al poder.  La asignatura debe mostrar con claridad  que, en el nuevo contexto, el poder, el conocimiento y la realidad constituyen un proceso continuo.

Las varias disciplinas que confluyen en el paradigma de la complejidad  expresan con suficiente propiedad este nuevo concepto del hombre: el juicio como un acto fundante de lo humano. Pero si el juicio confiere sentido a la existencia humana, la ausencia de éste  denota la falta de autonomía del sujeto repecto de los poderes que lo alienan.

Si el lenguaje genera realidad, si hablar es hacer, entonces la ética es inseparable de la condición humana. El quiebre del modelo mecanicista en ciencias, ha permitido nuevos supuestos espistemológicos (o la reedición del pensamiento pre-socrático) según los cuales no hay una verdad existente fuera de los límites humanos a que podamos acceder, y sin embargo el hombre debe asumir el imperativo ético de generar un sentido consensual, válido para una comunidad de individuos, en una red interconectada. En este punto la filosofía ha de corregir el predominio del formalismo ético y devolver al acto moral mismo su valor irrenunciable.

La libertad humana es, pues, un componente necesario  no sólo en la constitución de lo humano sino, como se ve, en la constitución de la comunidad humana.  La fenomenología y después la filosofía sobre la existencia han necesitado de la libertad como facultad humana para existir con autenticidad en la nada. Por esto es que la filosofía debe hacer notar que la política ha abandonado su función propia al convertirla en relaciones de hegemonía o bien administración de instituciones.

Si necesito del Otro para constituirme como yo, esta relación se cumple cuando estos dos elementos pueden establecer relaciones de igualdad entre sí. La libertad hace posible una relación entre los hombres tal que puedan instaurar un mundo que compartir. Si el lenguaje es  el generador del espacio donde habría de producirse el encuentro entre los hombres, es la política quien le da una concreción efectiva a este espacio. El cuerpo del hombre y las emociones del hombre son fuerzas contrarias sólo cuando habitamos un mundo sin libertad. Esto es la perpetuación del patriarcado, de  la búsqueda de la verdad hacia arriba, con la razón, y cuando el aire ya está enrarecido, con la fe. La política debe generar el ágora donde se reúnan los hombres libres, denunciando la invasión de este espacio por las leyes del mercado. La asignatura debe capacitar al alumno para evaluar los esfuerzos de la fenomenología tendientes a concebir este espacio como ser-en-el-mundo y  donde el Dasein se trasciende creativamente: postulamos que la fenomenología expresa los supuestos metafísicos del paradigma de la complejidad.

La asignatura puede aprovechar el quiebre de paradigmas para generar una reformulación de lo humano, así como cuando el psico-terapeuta aprovecha el caos para que se autogenere un nuevo punto de equilibrio.

Aprovechar la disolución del ego moderno pasa por la dificultad de reconectar a este sujeto con su corporalidad, que es un componente del equilibrio. Mas el retorno al cuerpo es el abandono de la estructura binaria de  la personalidad,  cara al proyecto moderno de dominación, que se extiende a la postmodernidad como globalización. Dicho dualismo por lo demás es la estructura básica de la religión mosaica y su ética.   La asignatura debe decidir hasta qué punto debe transar con los poderes que se oponen a estos procesos, por una parte. Por la otra, examinar la conveniencia de exponer a los adolescentes a grados de autonomía no habituales.

Profesor Jorge Henríquez M.

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